Internacional.-La reina Isabel II llegó a la Abadía de Westminster escoltada por el príncipe Andrés, con quien viajó en el mismo coche desde el castillo de Windsor. Esta ha sido la primera aparición pública de su segundo hijo tras zanjar la demanda por abusos sexuales interpuesta en su contra por Virginia Giuffre, la mujer que sostiene que abusó sexualmente de ella cuando aún era menor de edad.
Madre e hijo accedieron al templo por la entrada ubicada en el Rincón de los Poetas, en lugar de usar la puerta principal, para que ella tuviera que caminar menos hasta llegar a su asiento. El resto de miembros de la familia real británica, incluidos el resto de sus hijos y casi todos sus nietos y bisnietos, estaban esperando en el interior.
Tanto Isabel II como su hija Ana y su nuera la duquesa de Cornualles han elegido para la ocasión atuendos en verde oscuro porque era el color favorito de Felipe. Su viuda también llevaba puesto un broche de oro amarillo con rubíes y diamantes en forma de escarabajo, que fue un regalo personal de su marido en 1966.
En un principio se temía que Isabel pudiera faltar a la cita para rendir homenaje a la vida y la labor humanitaria del duque de Edimburgo por motivos de salud, pero este mismo martes, 29 de marzo, por la mañana se confirmó que estaría presente.
El momento más emotivo de la ceremonia se produjo cuando la soberana fue incapaz de contener la emoción y se le empañaron los ojos mientras sonaba el himno nacional.
El servicio religioso se redujo a 40 minutos para su comodidad y también se colocó un cojín extra en su silla.
Los grandes ausentes han sido, tal y como se esperaba, el príncipe Harry y su esposa Meghan Markle, que continúan en Estados Unidos con sus hijos Archie y Lilibet.
El próximo 9 de abril marcará el primer aniversario luctuoso del príncipe Felipe, quien se fue “pacíficamente” a los 99 años en el castillo de Windsor, según anunció el Palacio de Buckingham en ese momento.
Con Información de Agencia
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